fotograf+ia septiembre 2013 ~ Colombia Identitaria | Mi Folk Mi Honor |

Héroes, Heroínas y Tiple.

"Yo confío en la multitud. Hoy, mañana y pasado, esa multitud que sufre el suplicio, que lo sufre en silencio, sabrá desperezarse y para ese día, ¡oh bellacos!, será el crujir de dientes". – Jorge Eliécer Gaitán.

¡APOYE 770! pero hágalo bien.

770 debe convenir como símbolo la vida de lo nacional, que represente autonomía y reconocimiento en el encuentro entre pequeño productor y comprador colombiano. Debe verse como tal, como el logro de lo Local ante el mercado Global que irrumpe hoy en día la tranquilidad de tantas Naciones. 

770, más que el código que marca cualquier empaque, que pone la máscara a empresas no nacionales y que se vende al que mejor le pague, más que “comprar colombiano” es: El retorno de lo rural, el sabor a tierra, la trocha al campo. Gente que trabaja, la ciudad realzada. 

¡APOYE 770! pero hágalo bien.


#yoquieropapaconyuca

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Crónicas de la Errancia, del Amor y de la Muerte (Fragmento)

(Ilustración: Cristo Autorretrato)

Fragmento del libro Crónicas de la Errancia, del Amor y de la Muerte del Maestro Rodrigo Arenas Betancourt, 1962.

(...)
"Sufrí mucho y fui feliz. La miseria no era como para echarse a llorar. Conocí la vida en toda su agria magnitud. Una de mis hermanas murió una noche, en mis brazos. A mis hermanos enfermos yo los cuidaba. No guardo ningún rencor. He comprendido, en la juventud, el corazón de la duda, del dolor y de la desesperanza.

Cuando me fue posible, inicié el éxodo como remedio a todos estos males. Ahora entiendo que se debe a las malas circunstancias en que viven las familias campesinas, la heroica fuerza migratoria de los antioqueños. Recuerdo aquellas caravanas de campesinos que partían, con sus muy escasos bienes, hacia el Cauca Arriba. Todas las muchachas que se robaban se las llevaban para el Cauca Arriba, decían mis padres. Algunos venían del Cauca Arriba, como maestros del juego "al arma". Se trataba de la leyenda del Dorado en el Valle del Cauca, en el Quindío, en el Risaralda. Cansados con la miseria, en las lomas, los antioqueños, decidieron bajar a los valles.

Me tocó en suerte darme cuenta de mi existencia y por ende de la de Fredonia, en el momento mismo en que la civilización se iba metiendo por esos vericuetos a golpe de esfuerzo y de audacia. Me tocó ser testigo de la llegada del primer automóvil. Vi cómo crecía la línea de tierra que llevaba a Palomos el ferrocarril. Oí, al lado de mi tío, el ruido infernal que producía el primer avión que paso por sobre Fredonia. Viví aquel momento de los primeros gramófonos, de las primeras cámaras fotográficas y de los primeros radios.

He visto a Fredonia desde los abismos del sufrimiento y desde los júbilos del sueño. He conocido a Fredonia persiguiendo los sueños en la infancia, cazando las ilusiones en la adolescencia y buscando a Dios, los ojos de Dios, en sus criaturas. En Fredonia añoré al mundo; en el mundo, añoré a Fredonia. Para mí, la patria, la inmensa patria, es tan grande y pequeña que cabe en un dedal. Es ese pequeño pedazo de tierra al cual puedo asimilarme como ceniza o rescoldo fulgurante. La patria es ese paisaje que vive en mí como recuerdos, vivencias, amor transubstanciado, leves susurros vegetales, agridulce nostalgia y perpetua actitud de rebeldía".

La Canasta

Para Bogotá y alrededores. 

(No está de más acercarse allá y conocer de cerca el trabajo, quien quita y se animen a ser parte de la Red). Más información en www.la-canasta.org


Se materializa en un mercado que se distribuye a domicilio de manera semanal, inicialmente en la ciudad de Bogotá. La red La Canasta está formada por consumidores y consumidoras que le apuestan a este modelo, al hacer un compromiso de consumo de La Canasta por un tiempo definido. Los productores, por su parte, le apuestan a la agroecología como estilo de vida, y cultivan las cantidades necesarias para satisfacer la demanda preestablecida, minimizando de esta manera las pérdidas por sobreproducción. ¡Los compromisos de ambas partes —producir alimentos de calidad de manera agroecológica y comprometerse a consumirlos dando previsibilidad para la siembra— son de gran importancia para lograr sostenibilidad en nuestra red!

La Canasta, este es un mercado que pesa de 8 a 10 kilos y se compone de frutas, verduras y tubérculos, que se seleccionan en función de la disponibilidad de productos en cosecha en los cultivos de los grupos de productores que trabajan con nosotros. También trae huevos o granos, según la elección que se haga. La Canasta está pensada para abastecer hogares de entre 2 y 4 personas; puede ser la base o el complemento del mercado semanal, dependiendo del apetito de los comensales. Nuestro funcionamiento es particular debido a los procesos que promovemos y por esto es una apuesta y una sorpresa pues el consumidor se acoge a lo que nos ofrezcan las cosechas cada semana.

Todos los productos de La Canasta son agroecológicos, frescos y locales. Cada semana ofreceremos, además, productos adicionales como mieles, productos lácteos, condimentos, etc para complementar su canasta.

La composición de La Canasta de cada semana varía dependiendo de los productos en cosecha. La Canasta tiene un precio fijo de $50.000 para la grande y de $30.000 para la media.

En el campo, los campesinos y campesinas que pertenecen a La Canasta cuentan con apoyo en la producción y la comercialización de sus productos y se comprometen a trabajar respetando prácticas agroecológicas para ofrecer alimentos ricos, saludables y respetuosos de la tierra y sus ritmos; aportan sus esfuerzos para recuperar semillas, cultivos y técnicas nativas, criollas y ancestrales.

En la Red La Canasta confluyen varios procesos de diversos orígenes que venían construyéndose separadamente. Así, La Red la Canasta es una posibilidad de aunar y fortalecer los esfuerzos de quienes la integran, además de motivar a quienes se interesan por esta forma de entender y vivir la producción, la comercialización y el consumo.