fotograf+ia junio 2013 ~ Colombia Identitaria | Mi Folk Mi Honor |

Héroes, Heroínas y Tiple.

"Yo confío en la multitud. Hoy, mañana y pasado, esa multitud que sufre el suplicio, que lo sufre en silencio, sabrá desperezarse y para ese día, ¡oh bellacos!, será el crujir de dientes". – Jorge Eliécer Gaitán.

CIRO DE MEDELLÍN, Jaime Jaramillo Escobar (Sombrero de Ahogado)

Cuando le conocí,
El maestro Ciro Mendía estaba completamente ciego,
Y se veía obligado a depender de personas que le robaban a cambio de la más mínima caridad.
El maestro Ciro Mendía, que había escrito tan jocundos versos,
Estaba en ese año de 1978 sin un plato en qué comer,
Pero tampoco tenía qué comer ni comía.
Tomaba aguardiente a pico de botella con cáscaras blancas de limón,
Y se arrastraba hasta el andén para rogar a algún transeúnte apresurado
Que le tomara al dictado los versos que había compuesto durante el día de insomnio,
Pero nadie tenía tiempo para ocuparse de semejante cosa,
Y el poeta repetía sus versos hasta que se le olvidaban.
Le habían hecho completamente a un lado por sus ideas “de izquierda”,
Que nunca supo lo que hacía su derecha,
Porque la mano izquierda es analfabeta.
En ese Medellín pedestre que frente al mundo tiene una sola pregunta: “¿Cuánto vale?”
Y una sola respuesta: “¿Cuánto me rebaja?”,
Ciro Mendía tenía el orgullo y la dignidad y la nobleza de la vieja raza,
Y en la práctica había dejado de ser antioqueño, pues nunca me preguntó “¿Cuánto le debo por su abrazo?”, “¿Cuánto me paga por el mío?”
–“Aquí tiene un abrazo gratis, le deseo suerte, caballero, y le encimo esta mano huesuda que ya no me sirve para nada”.
Cuando le dieron el “Hacha de Antioquia”,
(esa hachita dorada, un bibelot),
Él la recibió y permaneció en silencio.
Cuando todos los visitantes se fueron me dijo:
–“¡Tantos rayos que caen, y no caerme uno a mí!”
Ya estaba muy triste y muy flaco el maestro Ciro Mendía cuando le conocí.
El gobierno local le había retirado la modesta pensión que le permitía sobrevivir, porque también estaba muy viejo,
Y sólo la fábrica de licores le mandaba botellas de aguardiente.
No se resignaba el altivo maestro Ciro Mendía, no se resignaba sin embargo,
Y en la nobleza de su rostro, en sus finas manos, en el ademán caballeroso, en sus elegantes palabras,
El poeta trataba de alzarse de sus cenizas, y en un esfuerzo sobrehumano trataba a cada rato de volar.
Pero ya sus huesos estaban muy tristes y todos quebrados desde la muerte de Vladimiro,
Y no era cuestión de buena voluntad ni de fuerza de ánimo,
Sino un simple problema de gravedad.
Con Vladimiro su hijo y con el Espíritu Santo, “esa paloma estúpida”,
Que sin embargo representa la inteligencia como propiedad de la materia,
Se encuentra en el reino de las chicharras y el cagajón,
Que los mulos ponen gratis, pero los antioqueños lo recogen para venderlo por libras de 400 gramos.
El maestro Ciro Mendía, honor de su raza y de su pueblo,
Me habla desde sus versos con entereza, con amor, con ternura y con ese humor a la antioqueña que tanto hace reír al diablo.
No me habla desde su estatua, porque en Medellín no hay ninguna estatua de Ciro Mendía, ni maldita la falta que hace.
Si hubiera sido un poeta antiguo, hubiese tenido su estatua de mármol,
Del epicúreo mármol de Paros.
Pero a pesar de ser antioqueño no tenía depósito de ahorros, ni propiedad raíz, ni era socio de nada, ni estaba autorizado a portar tarjeta de crédito,
Es decir, no era nadie,
Pues en esta tierra donde cada poeta se considera el mejor del mundo,
Él apenas se atrevía a ser el mejor de su calle.
Quedó con la fama de no ser un poeta serio, porque no creía en nada,
Pero de todos modos nos dejó esa risa maliciosa, socarrona, comprensiva,
Que desborda inteligencia, bondad, aceptación y perdón.


Gentil Montaña, compositor e intérprete de la guitarra clásica en Colombia

Visto en Fonoteca, Memoria Sonora de Colombia.
Por: José Perilla

En la Fonoteca de rtvc, reposa un cuantioso número de grabaciones del programa Recital de la Semana, el cual reunió, durante las décadas de 1960 y 1970, a los principales intérpretes musicales del país, además de aquellos extranjeros de visita en gira de concierto. Todos pasaron por los estudios de la Radio Nacional de Colombia para realizar grabaciones que hoy dan cuenta de repertorios y tendencias de interpretación del momento.

Dentro de esas grabaciones, llaman la atención aquellas en las que participan guitarristas solistas, si se tiene en cuenta que en lo que concierne al contexto colombiano, es poco conocida la historia de la guitarra durante el intervalo comprendido entre las dos décadas mencionadas. Al referirse a la presencia y desarrollo de la guitarra clásica en Colombia, no se puede pasar por alto la presencia de Gentil Montaña, y no sorprende su presencia en el archivo. Por las casi nulas referencias musicales de la labor de este importante músico en esos años, difundir esas grabaciones es primordial.

Músico tolimense, Julio Gentil Albarracín Montaña vivió entre los años 1942 y 2011. Luego de pocos años transcurridos entre Purificación e Ibagué, en compañía de algunos de sus 11 hermanos, el joven Gentil se ubicó en Bogotá, capital colombiana que durante la década de 1950, cuando arribaron, demandó servicios musicales de muy diverso tipo, incluidos los tríos destinados a la serenata.

Bambucos, valses, boleros y paseos, fueron la plataforma para que Gentil Montaña empezara a figurar de manera cada vez mayor en el medio musical generado en La Plaza de las Nieves, centro de la capital colombiana. Al poco tiempo empezó a ser conocido como “El puntero atómico”, en referencia a su notable virtuosismo. Grilles y bares como “La Puerta del Sol”, “As de copas” y “La Pampa”, contaron con los servicios de Gentil y en ellos el guitarrista incrementó su repertorio y experiencia en el ámbito de la música popular.

Luego de verlo en escena, el español Domingo González, cantante y guitarrista, impartió a Gentil Montaña las primeras lecciones de lectura musical y puso en su conocimiento las posibilidades de la guitarra solista por medio de la audición de influyentes intérpretes como lo fueron los españoles Andrés Segovia (1893 – 1987)  y Narciso Yepes (1927 – 1997). Gentil inició entonces una formación como guitarrista clásico a la que se sumaron las lecciones impartidas por el bogotano Daniel Baquero (1924), chelista de la Orquesta Sinfónica de Colombia y guitarrista por afición.

Entre González y Baquero, Gentil entró en contacto con obras recurrentes dentro de la limitada oferta con que contaba el repertorio para guitarra en el medio colombiano. Los resultados de sus avances en la materia, se expresaron el 9 de noviembre del año 1964, cuando presentó su debut como solista en concierto desarrollado en el Teatro Lido, de la ciudad de Medellín.

La confluencia entre géneros musicales populares y el estudio de las obras solistas del instrumento, con el catalizador de su innato talento, hicieron de Gentil Montaña un músico brillante dentro del escaso número de guitarristas activos en Bogotá durante las décadas de 1960 y 1970. Volcado a las posibilidades del instrumento en el desarrollo de la música popular, Montaña se dedicó al estudio y trascripción para guitarra de diferentes piezas de salón escritas en los albores del siglo XX, con énfasis en la obra del admirado Luis Antonio Calvo (1882-1945).

Al dejar de lado su actividad en el medio  nocturno del entretenimiento, Gentil emprendió una de sus etapas más representativas, plasmada tanto en la composición para el formato del llamado trío típico (bandola, tiple y guitarra) como en el viaje que hizo a Venezuela para participar en el Concurso Internacional de Guitarra “Alirio Díaz”, desarrollado en el año 1975. Allí ocupó un admirable tercer lugar. La solidez técnica y nuevos conocimientos de teoría musical, sumados al bagaje en la práctica popular, fueron los pilares de su obra y responden a una necesidad del ambiente cultural colombiano que desde entonces se ha mantenido presente.

Alirio Díaz (1923), quien escuchó a Gentil en la interpretación de la primera Suite para guitarra escrita por el colombiano, no solo le animó para continuar con la composición, sino que lo exhortó a continuar su formación en Europa, concretamente en España. Su llegada al Viejo Continente no fue fácil. Luego de agotar los limitados recursos, acudió a la embajada de Colombia en España, donde fue recibido por Belisario Betancur. Tras algunas presentaciones en salas modestas y en la radio, emprendió un nuevo periplo, esta vez con París como destino. Allí retomó su labor en el campo de la música popular, mientras dedicaba algunas horas al estudio de la guitarra solista y de manera limitada a la composición. Más tarde se radicó en Grecia, donde permaneció hasta el año 1981, año en el que decidió regresar de manera definitiva a su país natal.

En Colombia fue recibido con brazos abiertos. Junto a una actividad de conciertos por todo el país, inició de manera mucho más decidida un nuevo ejercicio creativo, empresa en la que contó con la complicidad del bandolista y arreglista bogotano Luis Fernando León Rengifo (1952). Sus obras, que demandan del intérprete una formación técnica de consideración, producto de un contenido musical de mayor complejidad, hicieron de Montaña y León un par de músicos de importancia primordial para el desarrollo de la música andina colombiana durante las décadas de 1980 y 90. Para el caso de Gentil Montaña y la guitarra, sus aportes fueron decisivos en el vínculo que el instrumento empezó a desarrollar desde entonces con el contexto académico colombiano.

Del grupo de guitarristas solistas colombianos presentes en el Recital de la Semana de la Radio Nacional, Gentil Montaña es quien cuenta con mayor número de grabaciones conservadas en el archivo. Estas fueron emitidas el 13 y el 23 de septiembre de 1975. Se conservan otras dos cintas correspondientes ya a la década de 1990, que dan cuenta de la vigencia de Gentil Montaña en el ámbito musical colombiano.

Infortunadamente las grabaciones no cuentan con fecha de grabación. Es de suponer no obstante, que fueron cercanas a la fecha de emisión, que sí se consignó en el libreto que acompaña a cada cinta. Por el sonido del público, se sabe que la grabación emitida el 23 de septiembre corresponde a un concierto de Gentil Montaña. No se cuenta con información de lugar y fecha del mismo. La grabación emitida el 13 de septiembre no cuenta con ningún sonido adicional al de la guitarra, por lo que es de suponer que fue realizada en los estudios de la Radio Nacional.

De esta última grabación se han seleccionado dos obras para el trabajo discográfico Guitarra Clásica en la Radio Nacional de Colombia 1968 – 1978: Variaciones sobre un tema de ‘La Flauta Mágica’ (Fernando Sor) y Vals de la Suite Venezolana (Antonio Lauro). Para acompañar esta nota se ofrecen otros dos apartes, de las mencionadas grabaciones.

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Link para escuchar las dos obras.

Por parte de Colombia Identitaria queremos compartir un par de links extras para descargar “Suite Colombiana No.2”, obras de Gentil Montaña y  “Voz y Canto de la Colombia Andina”, composiciones de José A. Morales en su voz y acompañando en la guitarra Gentil Montaña.

¿Viejo?

Fotografía por Daniel Alvarado.

Oraciones, Secretos y Conjuros

Fragmento del libro “Oraciones, Secretos y Conjuros de la Zona Rural Colombiana”. 
Por Alvaro Chaves Mendoza.

Al lado del fervor religioso del campesino colombiano, juega un papel importante en la vida cotidiana el uso de oraciones, secretos y conjuros mágicos. La magia es una realidad que se hace presente en todas las regiones de nuestro país y aunque su incidencia es mayor en la zona rural, no por ello deja de presentarse en los núcleos urbanos.

Por los campos y plazas de mercado de pueblos y aldeas, se encuentran dondequiera vendedores ambulantes que ofrecen pequeños folletos con títulos como “El Nuevo Opalsky”, “Magia amorosa y verde”, etc. Junto con amuletos para la buena suerte o preventivos del “mal de ojo”, tales como pequeños trozos de azabache o coral. Parte de su mercancía consiste también en yerbas mágicas curativas.

Mezclada con la religión católica, la magia aparece en oraciones utilizadas para conseguir buena suerte en la vida, prosperidad en negocios o empresas, curación de enfermedades o protección contra maleficios y, principalmente, para obtener éxito en asuntos amorosos.

Las oraciones más eficaces, o las que sirven para una mayor cantidad de propósitos, son vendidas en hojas sueltas a un precio más elevado. Se considera que quien compre estas oraciones debe guardarlas en el mayor secreto y sólo podrá darlas a conocer a personas buenas. En caso de facilitarlas a personas malas, venderlas de nuevo o tenerlas por negocio, perderán su efecto. Tampoco servirán al decirlas “en mal estado”, por ejemplo, al haber dormido con una mujer y no haberse bañado.

Casi todas las oraciones surten efectos al ser rezadas, con excepción de la “Oración a la Virgen del Carmen” y el “Conjuro de la Santísima Trinidad”, las cuales son eficaces con sólo llevarlas escritas.

La fuente originaria de este tipo de rezos y conjuros está en antiguos libros de magia, que circularon profusamente en Europa hasta mediados del siglo pasado y hoy día se editan en México y tienen compradores en toda América Latina. Ellos son el “Libro de San Cipriano”, “Las auroras de oro”, “El abismo florecido”, “El dragón rojo” y otros.

La oración mágica es una mezcla de invocaciones, ruegos, súplicas e imprecaciones a los Santos y los espíritus infernales, se considera más eficaz que la oración corriente del rito católico y que las “novenas” a los Santos, debido al “misterio que tienen” y porque van dirigidas a “determinado santo”, con un fin específico que se realiza en una persona determinada. Hay una oración para cada caso especial y ésta lleva indicación de cómo, cuándo, dónde y en qué forma y estado debe realizarse. La magia por analogía o por contacto, aparece en muchas de ellas y si alguno de los requisitos se omite, la oración no tendrá efecto alguno.

Casi todos estos rezos tienen una “contra”, o sea la oración que anula o disminuye su efecto, pero algunos carecen de esta defensa y son, por lo tanto, los más eficaces y apreciados. Tal vez el caso de la “Oración del tabaco” que sirve para hacer venir a la persona que se ama. Se podrá lograr, gracias a la “contra”, que esa persona no se convierta en esclava del rezador, pero de todas maneras el objetivo primordial, que es hacerla venir, tiene que cumplirse.
Ésta es una de las oraciones que se pueden leer en el documento, y bueno, por otro lado confieso que más bien fue poco lo que leí, asusta de verdad algunas “oraciones” con que uno se encuentra, seguro que algunas pueden herir susceptibilidades (hehe).

Oración al Justo Juez

Alabad al Justo Juez, sea la hora en que mi señor Justo Juez murió y subió a los cielos. Mi buen Jesús, ten misericordia de mí; el Juez Justo me guarda y me defienda de todos mis enemigos y contrarios; ya es mi tiempo, acudid a mi defensa, permitid señor que mis enemigos tengan ojos y no me vean, tengan boca y no me hablen, tengan manos y no me agarren, tengan pies y no me alcancen.

Permitid señor que mi valor se haga un Juan y no un San Pablo y que por mis hazañas vaya libre por donde quiera que fuese. Sea tigre, sea león, sea hombre, sea mujer, vendrán humillados como mi buen Jesús a la Cruz el Viernes Santo. Pídote que no sea preso, ni herido, ni perseguido por la justicia, con la espada de San Juan y con el Manto de la Virgen hasta llegar a la casa nuestra.

La Santa Cruz responda por mí y me libre del enemigo antiguo. (Tres Credos).

Niyireth Alarcón: Los Viajes y los Encuentros (Nuevo Disco)

El título y los conceptos de esta nueva producción recrean el ambiente sonoro, poético y visual, aprendido y recopilado por Niyireth y sus músicos durante los últimos tres años de giras y conciertos por Colombia, Suramérica y Europa. El nuevo repertorio propone melodías, armonías, colores, textos y simbologías que están concebidas desde la música andina colombiana, pero da cuenta también del viaje de estos sonidos por el mundo y del encuentro de las gentes alrededor del acto sagrado de cantar los sentimientos humanos.

“Este disco es celebración, gratitud y compromiso con la vida”, comenta Niyireth, “Para éste, que es nuestro álbum número 9, invitamos a grandes músicos y artistas que se encargaron de embellecer el álbum con su talento y calidad humana”. LOS VIAJES Y LOS ENCUENTROS contó con la participación de los maestros Jaime Uribe Espitia (clarinete), Carlos Mario Vásquez (bandola y arreglos), Hernando José Cobo (flauta), Catalina Restrepo (violín), Joaquín Cabra (ingeniería de sonido), Carlos David (logística) y de los músicos Sandro Toro (guitarra) y Juan Montes (tiple y percusión) quienes acompañan a Niyireth desde hace más de una década. “Fue muy importante a nivel creativo, la participación del diseñador gráfico Andrés Pérez y el pintor Felipe Zuluaga, ellos y la fotógrafa Camila Flórez lograron plasmar en imágenes el clima espiritual del disco, un viaje de evocación, despedidas, encuentros, aprendizajes, un tratar de vivir siguiendo nuestro propio ritmo como enseñó el filósofo Fernando González quien, con su VIAJE A PIE, nos despertó a las bellezas del camino”, agrega la cantante.

Niyireth ha obtenido importantes premios nacionales de Música Andina como el primer puesto en el Festival Mono Núñez (1993). Junto a sus músicos ha ofrecido innumerables conciertos en Colombia y en otros países como México, Ecuador, Chile, Francia, Suiza, Italia, Alemania y España. Su álbum "Música colombiana andina:Music from Colombia" fue publicado internacionalmente por el sello ARC Music de Londres, Reino Unido, en 2009. En 2011 representó a Colombia en el 10º Festival Femmes du Monde (Mujeres del Mundo) en París, Francia, y en 2012 la canción Caballito de Ráquira incluida en su disco Cantos del Camino, ocupó el primer lugar del Top 20 de la Radio Nacional de Colombia durante 4 semanas consecutivas.

LOS VIAJES Y LOS ENCUENTROS está a la venta desde el pasado 1 de junio de 2013.

Contacto: musicadelatierra@gmail.com
Teléfono: 315 425 6887
Prensa: www.niyireth.com

La Madre Grande

Por rutas distintas llegaron dos historias de compañeras de hábitos de la Madre Laura. Dos tías Madres que compartieron trochas y campanas con la santa de Jericó. Los sobrinos escriben con devoción la crónica familiar de sus tías Lauritas. Las monjas venían de la selva y traían más cuentos que los tíos policías.

Por Juan Carlos Orrego. Fotografía: Archivo familiar.
Visto en La Revista UC

En mi casa, antes que la Madre Laura, fue famosa la Madre Cecilia; y lo es todavía: se trata de mi tía paterna –mi única familiar directa en esa rama podada–, misionera octogenaria tan audaz e indoblegable como todas las de su clase. De no mediar los solemnes festejos por la canonización de su antigua superiora –así como cierto consejo médico– mi tía estaría ahora mismo enseñando el catecismo a los makunas y yukunas de La Pedrera, agobiada por el calor y las boas de la selva amazónica. No cabe duda de que las misiones religiosas son el destino natural de los obstinados.

Gracias a mi tía, Laura Montoya Upegui es vieja conocida de mi casa, y, en consecuencia, la noticia de su llegada a los altares fue tomada como el anuncio de que una abuela se ganaba el Premio Nobel o, al menos, el premio gordo de la Lotería de Medellín. El estreno de mi uso de razón está ligado a las estadías de mi tía –La Tía, para ser más exactos– en Bogotá y Ecuador, desde donde llegaba todos los diciembres con la maleta llena de chécheres, regalos y misteriosas "encomiendas". A un lado de nuestras chocolatinas y galletas exóticas aparecían las revistas y estampas con la efigie de la Madre Laura, ya se tratara del retrato en que, todavía muy joven –de hecho, muy bella–, mira hacia su izquierda con un gesto tan humilde como imponente, tocada en el pecho con la florida "M" de la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena; o de ese otro dibujo en que, vieja y mofletuda, está dirigida hacia la diestra mientras sostiene una pluma, sentada a un escritorio con visos de reclinatorio. A propósito de dicho gesto literario, no está de más anotar que de las maletas de La Tía surgían frecuentemente los libros de la monja escritora, sobre todo las Cartas misionales y La aventura misional en Dabeiba. Un capricho del destino ha hecho que yo asocie esas obras pías con los cuentos de La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada de García Márquez, que por entonces leía mi hermana mayor en cumplimiento de una tarea colegial.

La Tía conoció a la Madre Laura el 15 de diciembre de 1946, según se lo recuerda su proverbial memoria, afilada como la de un compositor sordomudo. Pero entonces la hermana de mi padre era solamente eso, hermana de mi padre –aunque cabe advertir que para entonces mi padre no era mi padre–, y apenas se aprestaba a iniciar la devota carrera que la convertiría en "Madre": tenía 13 años, y había ido al convento de Belencito en vísperas de una especie de reclutamiento espiritual que la llevaría, al día siguiente, a la Escuela Apostólica que las monjas tenían en el municipio de Granada. Mientras La Tía recorría el convento bajo la tutela de la hermana Margarita Ochoa, apareció, en un cruce de pasillos, la venerable matrona. La llevaban en silla de ruedas, para que sus hondas cavilaciones no tuvieran que distraerse con las profanas lidias de un cuerpo achacoso. La hermana priora presentó la niña a la superiora, y esta, tras palmearle la mejilla, le dijo: "Sea juiciosa, mijita". La Tía supo inmediatamente que su vida se partía en dos: había sido tocada por una escogida. Pero lo sintió porque Laura Montoya lo irradiaba, y no porque, por obra de alguna impensada cabriola de su memoria borgiana, La Tía hubiera sabido que un Papa latinoamericano la iba a declarar santa 67 años más tarde.

Con el barullo de la canonización quise hurgar más a fondo en la memoria de La Tía y le pregunté por los últimos días de la Madre Laura. A pesar de que esos fueron días grises, los recordaba entre sonrisas: tanta es su conciencia de haberse cruzado con el carro de la historia. Con toda generosidad me descorrió el velo de una escena que pertenece a la intimidad de la congregación (generosidad que, acaso, algo tiene de agradecimiento por el hecho –sabe Dios si intencionado o casual– de que puse el nombre de Laura a mi primogénita), y me contó lo que vio las veces en que, como novicias, ella y sus compañeras fueron llevadas ante la cama de la Madre agonizante para que elevaran preces por su próximo descanso. La Tía narra que la Madre Laura, presa del delirio de la meningitis, alzaba los brazos al cielo con visible desespero, dejando ver que la agobiaba un dolor infinito, pero, al mismo tiempo, dando a entender que algo se vislumbraba en las alturas. Cuando se produjo el deceso, La Tía fue comisionada para tocar las campanas a rebato y anunciar la mala nueva a Medellín. La muerte de la iluminada conmovió a la ciudad, y la iglesia del convento de Belencito se abarrotó con motivo de las honras fúnebres, presididas por el Arzobispo de Medellín.

La Tía ha vivido un lustro más de lo que pudo la Madre Laura. Y, como la de ella, su vida es una suma de esfuerzos y milagros; por supuesto, los de mi parienta no han gozado del reconocimiento de la opinión pública y, mucho menos, del Vaticano: conocer y compartir los rincones en que anida la pobreza de Colombia; radicarse en los confines del mundo, entre mosquitos y humedades, para enseñar un catecismo que acaso pocos entienden, y trabajar de sol a sol todos los días del año, sin el aliciente de los festivos, las primas y las vacaciones remuneradas que hacen la dicha de los asalariados; inclusive, quizá no sea un prodigio menor tener que soportar –porque la vida es irónica– que un sobrino le haya salido antropólogo y, por fuerza, descreído. El monumento de sus inminentes ochenta años, sumado al miedo de perderla, me hizo soñar con ella una noche perdida de hace dos o tres semanas. Las caprichosas asociaciones de la memoria quisieron que un cuento de Gabo, La viuda de Montiel, fuera el eje narrativo del sueño. Por eso, en la última escena –a un segundo de que la alarma de las cinco me sacara de la visión– La Tía está en un solar tupido de plantas amazónicas, mientras la Madre Laura, vestida con una sábana blanca y con un peine apoyado en el regazo –como la Mamá Grande del cuento–, está sentada muy cerca. La Tía pregunta: "¿Cuándo me voy a morir?". La santa dice: "Cuando te empiece el cansancio del brazo". 

¡Avivando!


Nadaismo: Contracultura, Literatura, Revolución

Fragmento del primer manifiesto Nadaista, por Gonzalo Arango (1958)

XIII

Destruir un orden es por lo menos tan difícil como crearlo. Ante empresa de tan grandes proporciones, renunciamos a destruir el orden establecido. La aspiración fundamental del Nadaísmo es desacreditar ese orden.

Al intentar este movimiento revolucionario, cumplimos esa misión de la vida que se renueva cíclicamente, y que es, en síntesis, luchar por liberar al espíritu de la resignación, y defender de lo inestable la permanencia de ciertas adoraciones.

En esta sociedad en que la mentira está convertida en orden, no hay nadie sobre quién triunfar, sino sobre uno mismo. Y luchar contra los otros significa enseñarles a triunfar sobre ellos mismos.

La misión es ésta:
No dejar una fe intacta, ni un ídolo en su sitio. Todo lo que está consagrado como adorable por el orden imperante será examinado y revisado. Se conservará solamente aquello que esté orientado hacia la revolución, y que fundamente por su consistencia indestructible, los cimientos de la sociedad nueva.

Lo demás será removido y destruido.

¿Hasta dónde llegaremos? El fin no importa desde el punto de vista de la lucha. Porque no llegar es también el cumplimiento de un destino.

La Expedición Botánica en los Andakí

Fuente: Gilberto Vargas Motta Monografía 
Histórica de Acevedo p.p. 137-138-139-140

A fines del siglo XVIII tuvo lugar en el nuevo reino de Granada la creación del magnífico movimiento científico recordado con el nombre de Expedición Botánica. Se debió en primer lugar al espíritu investigador del sabio José Celestino Mutis, y en segundo lugar, al ánimo progresista del arzobispo-Virrey.

Conocida es la preocupación de Caballero y Góngora por la reducción de los indómitos Andakí; y como quisiera obtener datos sobre ellos y conseguir un vocabulario que permitiera enviar misioneros que les predicaran en su lengua resolvió enviar a don José Celestino Mutis a la región andakí, lo que se efectuó en el año de 1787, aproximadamente. Nació el sabio Mutis en Cádiz (España) el 6 de abril de 1732; recibió educación en el real Colegio de San Fernando de su ciudad natal, donde aprendió la Anatomía, Cirugía práctica, Filosofía y Teología. Se recibió de bachiller, en la ciudad andaluza de Sevilla y en Madrid obtuvo borla doctoral en la ciencia de Galeno. Cuando contaba tan solo 28 años la Corona le ofreció beca para hacer estudios en París, Londres, Léiden o Bolonia, pero cautivado por las riquezas naturales de América, prefirió acompañar al bailío frey Pedro Messía de la Cerda en calidad de médico, quien venía como Virrey del Nuevo Reino.

En 1760 llegaron a Cartagena de Indias y dos años más tarde profesaba las matemáticas en el colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Santa Fe.

Recibió las órdenes sagradas y se consagró por entero a Dios y al estudio de la naturaleza tropical. Inició la Universidad "sui géneris" que fue la Expedición Botánica, para lo cual contó con el apoyo del arzobispo Caballero; hizo importantísimos estudios botánicos tal como el de las quinas, el té de Bogotá y formó un herbario, verdadero monumento de las ciencias.

En 1787 recorrió la región andakí en donde hizo estudios de los canelos silvestres a los cuales reconoció propiedades semejantes a los del viejo mundo. Interesado por el porvenir económico de esta planta americana, trasladó semillas que sembró en su jardín de investigación. Estos canelos eran conocidos de tiempo atrás: en la Relación de los méritos y servicios de don Sebastián de Belalcázar y de su hijo don Francisco dice: " ...en donde satisfecho (don Sebastián) de la conducta y valor de su hijo don Francisco, inmediatamente lo proveyó de gente, armas y caballos para que en compañía del capitán Juan de Cabrera fuese a descubrir las provincias del Dorado y la Canela, con el designio de poblar.

En el envío número seis que de productos naturales hizo don José Celestino Mutis a la Corte, según manuscrito citado por el señor GROOT, se lee: "Número 6° - Las cañas, hojas y sombrerillos vulgarmente llamados de la canela de Andaquíes".

De su viaje a los Andakí sacó el señor Mutis un vocabulario que publicamos a continuación el cual nos ha sido suministrado por un culto indigenista huilense.

VOCABULARIO ANDAKÍ, SEGÚN MUTIS (1787)

Acay - limón 
ajivenaca - muelas
asajue - Dios

Baguacay - perdiz 
batonají - plato 
basuji - aguacero 
benijé - machete 
batana - batea
basague - culebra
baguacay - perdiz
buyachanay - dátil

Cachicae - bagre 
canchi-ratue - rayo 
candejoche - piña 
capanay - guanábana 
caqui - sol 
catuguay - ruana 
cocoe - bagre-lechero 
cajao-cogo - casa 
conqué - bracilarga 
canchi - trueno
candegache - espinazo
canjonó - espejo
cañaa - gente, río
caqui-pi - sol
cabexa - puerta
cají - achiote
condefuí - danta

Chambanajo - bofe 
chasijae - hermano 
chichixi - estómago 
chiguaco - niño
chiguae - hijo 
chiguana - pecho
chinara - roca
chinasza - labios
chicame - nutria
chañare - duro
chicao - hueso
chifi - genitales
chiguagua - primo
chiguagus - nieto
chimanazo - guineo
chinaza - boca
chuxugua - costilla
chunguaje - oreja

Difiacay - honda

Fiagua - te regalo
fianasari - chaquira 
fieracuarejía - coge (Verb.) 
fisoña - estrella 
fiyuchí - lorito
fiaguay - mico
fiansome - te quiero
fisanamá - cara negra
fiszohé - diablo

Guacojó - canoa 
guaguajafí - hilo 
guajero - guadua 
guajó - ají 
guairjí - codo 
guatiyé - piedra 
guifi - nariz
guachagua - relámpago
guaguana - algodón
guajije - olla
guansuche - barro
guasó - huevo
guayojó - lanza

Icojó - bodoquera 
imbiná - plata 
indai - paujil
ijú - hamaca
incí - vamos

Jiconajá - viento 
jifinató - hígado 
jijoe - raya (pez) 
josaesá - calzón 
juanajé - hombre 
jupenajé - mosca
jifi (xifi) - candela
jiji-jexe - agua
jinae - negro
josó - flauta
junchigá - árbol

Lacayojó - cacao

Maisegua - rabo
majixi - comida
majanae - camarana
mandinifé - calabazo
mandona - nalgas 
manñué - sardinata
mansessai - tórtola grande
masojó - hoja 
miguaí - tigrillo 
mijinae - tierra 
mingosaa - brazo
mitae - luna 
musoe - bocachico 
Maindejó - coco
majá-majhá - mamá
manayae - loro
mandenae - cafuche
mandegua - murciélago
mandisi - sal
manduguaso - plátano
maanchaguai - ardilla
mensesai - tortolita
michiguía - picudo pequeño
mujina - tierra
mingocaguasá - camisa
mizzihí - hombre
mitajó - cielo

Nagua - bueno 
napuguara - veneno 
nanquizo - carne
nosucua - mujer 
ninoana - viene
namanamana - cera blanca
nandinero - totuma
nanszihize - tres
nanigueye - (?)

Ochegua - anzuelo

Pagá - yuca 
pii - hermano
paguachí - sapallo

Quinajá - cabello
quinají - cabeza

Rapae - caimán 
rumena - juansoco
riquii - mamita

Sacahá - mano 
sacanafí - horqueta 
sacea - caña 
saguán-coachagua - cinco
sambená - empeine 
sanguacá - pescuezo 
sapallajó - papaya 
sasaguana - canilla 
sicojí - dentón 
sifijo - cejas 
sinsije - enaguas 
socay - perro 
socorose - cuchillo 
sonai-shonae - lengua 
sonday - venado 
soronea - perdiz gde. 
sujo - mochila 
shotajiji - monte 
szuszuca - teta
sacaá - mano
sacanají - rodilla
sachi - aguacate
sajó-saxó - uña
sanagó - sardina
sanjecaca - mate
saraguañae - gallina
seguaya - mono volador
slfi-zsifi - ojos
sinsije - corazón
siñocae - guara
socaje - manzana
soguopaná - pie
sonasó-zse - pierna
somogae - mono cotudo
socará - oro
songuajo - oreja
szecahá - pie

Taja - padre 
tijitiana - frente
tajahá - taita padre

Unsafó - malva 
unsuga - teta 
unsajó - barba
untaje - luna

Vegai - dorada
visoe - mochilero

Xifi - fuego

Yaseró - malo

Zuszuca - seno

La Música Carranguera (Reseña)

Tomado de “La Música Carranguera” tesis de grado de 
Renato Paone, Medellín 1999.

“… Y pa`completar la cosa , y acabarla`e rematar,
lo negociamos a oscuras, sin ver el color fatal,
color que por el camino, pasó de rojo a morado,
y un olorcito señores, como de perro mojado…”
El Carranguero, Jorge Velosa.

ETIMOLOGÍA
El termino Carranga es un regionalismo, se refiere al animal muerto por enfermedad, accidente, vejez o muerte natural (no sacrificio) y el cual los dueños para no perderlo completamente y a pesar del riesgo higiénico que esto representaba, lo vendían para hacer embutidos en los muchos sitios de compra de Carranga que existían en la región Cundiboyacense, en especial en el municipio de Ubate, apodado “capital mundial de la Carranguería”*

Parece ser que la Carranguería fue un muy buen negocio a mediados de siglo, incluso parece ser más antiguo aun este oficio según escribió Fray Sandalio de las Llagas en sus “Crónicas de Boyacá” (Época colonial), citado por obregón.* A los que negociaban con Carranga se les llamaba Carrangueros y se les veía como “delincuentes” por su oficio, tratar con un Carranguero era algo indecoroso por su condición de traficantes de Carroña.

Basándonos en lo expuesto por Erich From en su libro “El lenguaje olvidado” el Termino Carranga es solo un símbolo convencional ya que solo adquiere significado para los habitantes de una región, los cuales han ya experimentado el proceso social de la Carranga, si se hablara de Carranga en un contexto social diferente al Cundiboyacense, el Termino adquiere muy poca simbología.

Pasillo...

"Pasillo, poema divino, aroma de cedro, cantar campesino,
no importa si otros te cambiaron porque yo no puedo,
yo te quiero.

Y sé de un lugar en el mundo, enclavado en montañas
de un Caldas profundo
en donde crece la esperanza
cuando con tus notas te echas a volar."

Pasillo de Guillermo Calderón